Half-time ice-cream: dos días de teatro en Londres

Londres, agosto de 2017

Siempre he sido del parecer de que, en teatro, hay que verlo todo. Por supuesto, es una afirmación a la que pueden añadírsele infinidad de matices porque, en la práctica, conlleva ciertos riesgos... Pero viendo teatro se aprende mucho, tanto si lo que ves te gusta como si no. Y siempre es bueno conocer lo que se hace y cómo fuera. 

Por eso me fui a catar una pequeñísima porción del teatro londinense durante un par de días. Iba sin entradas compradas previamente, ya que las obras que me interesaban habían colgado el cartel de sold out hacía días. Pero hay un método para conseguir entradas en Londres el mismo día de la función: hacer cola y tener suerte.

La primera parada del recorrido teatral fue en el Young Vic Theatre. Este consolidado teatro, que surgió como la sala off del Old Vic hace casi cinco décadas, se distingue por una programación de teatro contemporáneo de calidad. En él se han podido ver montajes de directores como Peter Brook, Benedict Andrews o Ivo van Hove, entre muchos otros. Uno de los títulos actualmente en cartel es Yerma, obra con la que debutó en los escenarios londinenses el director Simon Stone la temporada pasada. El éxito que tuvo el montaje ha hecho que se reponga y estará en cartel hasta finales de agosto. 

Billie Piper (Fuente: Young Vic)
Stone, con poco más de treinta años, ha estado ya en grandes teatros y festivales a nivel internacional. Todavía no le hemos visto en España, pero este año se ha estrenado en el Festival d'Avignon y en el Odéon, en París. Le van las dramaturgias propias a partir de clásicos (Eurípides, Ibsen, Lorca...), por lo que no es de extrañar que el montaje del Young Vic tenga de lorquiano sólo el título y el tema de fondo de la pieza, el deseo de una mujer de ser madre. Pero Stone propone una obra completamente nueva acerca de un tema universal y atemporal. No necesitaba a Lorca para nada, realmente... Porque esta Yerma funciona perfectamente por sí misma, es una gran obra. Es actual, es mordaz, es intensa, es cómica, es dramática, es emocionante... Está dirigida con talento y acierto, escrita con inteligencia y sensibilidad, e interpretada por un elenco de actores excelentes, en el que sobresale la soberbia interpretación de Billie Piper, quien ha ganado varios premios por su papel de "Ella", la protagonista. 

Para conseguir una entrada el mismo día, las taquillas del teatro venden a partir de una hora antes del inicio de la función las entradas que estaban ya reservadas o vendidas pero que son devueltas a última hora, para que así no haya asientos vacíos. Para asegurarse una, hay que empezar a hacer cola una hora antes de que abra la taquilla. El inconveniente, además del riesgo de quedarte sin, es que no puedes elegir ni asiento, ni tarifa... ya que se devuelve lo que se devuelve, y además las entradas de precios bajos no se suelen devolver.

La siguiente parada fue el Shakespeare's Globe Theatre. Sí, claro que es un teatro muy turístico, ¿cómo no va a serlo?, pero vale la pena, si no lo has hecho nunca, ver una representación en el Globe con entrada en the yard, es decir, el patio, el corral, el espacio de tierra delante del escenario. La zona a la que iba el pueblo llano en el siglo XVII, ya que era la entrada más barata porque se estaba de pie. Sigue siendo igual: la entrada es a 5 pounds y te pasas toda la representación standing. Para conseguir entradas, de nuevo, hay que hacer cola para las que se devuelven. Lo bueno del Globe es que a última hora hay entradas de todos los tipos. La taquilla abre para ese menester una hora y media antes de la función, y basta con estar en la cola media hora antes de que abra la taquilla. Esta cola se hace fuera, en la puerta, no delante de la taquilla, por lo que es recomendable llevar paraguas por si se pone a llover...

Le Gateau Chocolat con el resto del elenco (Fuente: Shakespeare's Globe)

Allí vi Twelfth Night (Noche de Reyes), considerada una de las mejores comedias de Shakespeare. Y verla en el Globe es todo un espectáculo, en el sentido más amplio de la palabra. Porque el montaje está concebido para gustar a todo el público, desde los turistas hasta los espectadores teatrales autóctonos. Así que era una apuesta espectacular, en la que el elenco bailaba, cantaba y actuaba muy bien, la música era en directo, y la propuesta, firmada por Emma Rice (directora artística del Globe), no pretendía ser arqueológica, con trajes de época y demás, sino totalmente contemporánea, con guiños a la actualidad, con grandes hits musicales de las últimas décadas, con interacciones con el público... es decir, trasladando cómo se hacía el teatro entonces a nuestros días, compartiendo el afán por entretener y gustar a todos. El texto, sin embargo, era el de Shakespeare, no estaba adaptado al inglés moderno, y el personaje más cambiado era el del bufón, interpretado aquí por el artista drag Le Gateau Chocolat. Un montaje muy divertido, muy bien hecho y que, a pesar de su dimensión para todos los públicos y su exagerada comicidad, atrapa y seduce al espectador desde el primer momento y las casi tres horas de función se pasan muy rápido, incluso de pie.

A propósito, Emma Rice se ha visto envuelta en muchas polémicas por sus montajes modernos en el Globe que han terminado con su renuncia a la dirección artística del teatro, que hará efectiva a partir del año próximo. Parece que los tradicionalistas no ven con buenos ojos que los montajes no sean museísticos, y la junta del teatro defiende que el Globe se reconstruyó precisamente para eso, para actuar igual que en los tiempos del célebre autor, sin efectos de sonido, ni luces, ni espectacularidad... ¡Qué difícil resulta, a veces, ponerse de acuerdo en cómo se debe montar el teatro clásico!... ¿Están seguros de que lo que debe prevalecer es la forma y no el fondo?

Finalmente, la visita teatral concluyó en el National Theatre, donde no fue nada fácil conseguir entradas, pero al final ayudó la suerte. Cada mañana, a las 9'30h, el teatro pone a la venta un número de entradas para cualquiera de sus espectáculos a un precio reducido (entre 15 y 18 pounds). Hay que ir sobre una hora antes para hacer cola en la puerta principal. En caso de que tengas mucha gente delante y no consigas entradas, hay una segunda oportunidad con las devueltas. En ese caso, la taquilla particular de cada sala abre una hora y media antes de la función para ponerlas a la venta a medida que van retornándose. De nuevo, no hay posibilidad de elegir precio ni lugar, pero sí puedes indicar cuál es el máximo que quieres gastarte, para que, siempre según tu sitio en la cola, te avisen si quedan libres entradas a ese precio o por debajo.

Olivia Williams y Olivia Colman. (Foto de  Brinkhoff Mogenburg. Fuente: National Theatre)
Aunque está en cartel Angels in America (para la que había gente que incluso pasó la noche en la puerta del teatro para tener un buen lugar en la cola y conseguir entradas por la mañana), yo me decanté por la nueva pieza de la dramaturga Lucy Kirkwood, Mosquitoes. Una pieza que combina la ciencia con las relaciones familiares y afectivas y sus dificultades. La historia de dos hermanas muy distintas que deben hacer frente a los problemas que surgen en sus vidas y superarlos como buenamente puedan. Un texto complejo y sencillo a la vez, tierno y duro. La puesta en escena es del director artístico del National Theatre, Rufus Norris, y el reparto lo encabezan Olivia Williams y Olivia Colman, que llenan de vida el escenario frío pero acertado del montaje con unas interpretaciones cargadas de verdad. Los efectos técnicos son impresionantes, pero no lo son menos las actuaciones de todo el elenco y el partido que Norris saca al texto a través de la dirección actoral. La obra volverá a estar en cartel desde el 29 de agosto hasta finales de septiembre en el Dorfman Theatre y vale mucho la pena.

Hubo tres cosas que me sorprendieron especialmente del teatro londinense: la primera fue el sistema de las colas de return, efectivo aunque algo cansado...; la segunda fue el altísimo nivel interpretativo de todos los actores que vi en las tres producciones; y la tercera fue descubrir la extraña costumbre de que allí, ya sea en un teatro del Off West End o en la Royal Opera House, en el entreacto se venden tarrinas de helado. Se ve que es una tradición teatral inglesa, pero a mí me dejó alucinada. No importa la fecha del año en la que se esté, pero en la media parte siempre hay alguien vendiendo helados y muchos espectadores tomándolos. Nunca antes de la función, tampoco después. Sólo en la pausa. Me pareció curiosísimo... Nadie sabe exactamente de dónde sale esa tradición del half-time ice-crem, pero el periodista Alistair Smith apunta algunas posibles respuestas en este artículo.



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