Salir de la masa silenciosa
Por Bernat Castany
El jueves 19 de marzo [de 2015] se representó en el teatro de la Universidad Autónoma de Barcelona un monólogo dramático de Max Aub titulado De algún tiempo a esta parte (1949). El montaje, dirección y actuación corría a cargo de una inspirada Esther Lázaro, quien, a pesar de su juventud, realizó la hazaña de representar con verosimilitud y profundidad el soliloquio de Emma, una mujer vienesa judía de sesenta años que habla en voz alta con su difunto marido mientras barre un teatro vacío.
Como Ulises en el Hades, la protagonista va invocando la eterna procesión que acompaña a las dictaduras: distraídos, inocentes, inadvertidos, prudentes, miedosos o arribistas. Gracias a la feliz actuación de Esther Lázaro, la obra se expande por el escenario como la niebla, logrando que los espectadores se identifiquen con esos vecinos, tenderos y viandantes cuyo miedo los convirtió en comparsas de su propia condenación.
Miguel Ángel Asturias definía El señor presidente, uno de los hitos de la novela latinoamericana de la dictadura, publicada también en 1949, como un “ejercicio espiritual de desangustia”. En el caso de la obra de Max Aub se trata, más bien, de un revulsivo que busca combatir la inadvertencia y la pasividad. En cierto sentido, De algún tiempo a esta parte podría ser considerado una expansión dramática del famoso poema/sermón del pastor protestante Martin Niemöller, que comienza diciendo “Cuando vinieron los nazis vinieron a buscar a los comunistas” (1946), falsamente atribuido a Bertolt Brecht, o de la famosa novela de Sinclair Lewis, Esto no puede pasar aquí (1935), que también trata la cuestión de la culpabilidad de los hombres que no son capaces de advertir y resistir el progresivo y proteico avance de las tiranías. Ciertamente, esta obra no va sobre los nazis y “nosotros”, sino sobre esa parte de nosotros que siempre colabora con los nazis de todas las épocas. Ya dijo Sartre que los nazis fueron unos excelentes pedagogos, porque le enseñaron al mundo a tomarse el mal en serio. En esta obra Max Aub se toma el mal muy en serio, porque va a buscarlo dentro de nosotros mismos. De este modo, más allá de las alegorías de reconciliación y absolución nacional, como, por ejemplo, la reciente serie alemana Hijos del tercer Reich, esta obra es ambigua y compleja, pesimista y al mismo tiempo esperanzada, pues tiene la generosidad de hablarle al espectador como si al acabar la obra no fuese a salir sólo de la sala, sino también de la masa silenciosa sobre cuyos hombros avanza la historia triunfante del fascismo.
Pero como sucede con las partituras, esta cantata moral, compuesta de voces que son también acordes, necesita una ejecución perfecta, tanto desde el punto de vista técnico como espiritual, y es en este punto donde la interpretación, en todos los sentidos del término, de Esther Lázaro sorprende por su madurez, pues no derrapa en ninguna de las muchas curvas que encierra la obra: la moralina, la sensiblería o la ironía trágica demasiado evidente. Gracias a su actuación, la protagonista se nos aparece como el “Ángel de la historia”, de Walter Benjamin, que ubicado frente a nosotros, de espaldas al futuro, mira un pasado que es nuestro presente paralizado de horror, porque desde su perspectiva nuestra historia es un inadvertido montón de escombros.
Por todo ello, este montaje de De algún tiempo a esta parte, que fue estrenado con éxito hace ya dos años y medio, y que desde entonces ha sido representada en numerosas salas de toda España, México y, muy pronto, Austria, escenario de la acción, no merece ser considerado simplemente un homenaje o un acto de evocación políticamente correcto, sino una gran obra con todas las de la ley del arte, que es, en el fondo, la mejor de las leyes de la memoria histórica.
* Bernat Castany es escritor, dramaturgo, filósofo y profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Barcelona y de Estudios Culturales en la Stanford University.
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